Un divino pero sin aspiraciones; un pendejo; un borracho y
jugador; un psicópata; un casado que no sólo engaña a la mujer con vos, sino
que se da el lujo de engañarte a vos con otra amante!!! Y así podría seguir la
lista de intentos fallidos de formar pareja.
Charla de amigas, consejos inútiles a montones; porque seamos
sinceras, cuando estamos hasta el caracú con alguien no nos importa si nos
dicen que es un asesino serial, vamos a seguir con él. Además, en calidad de
qué aconsejamos o con qué autoridad moral, si todas tuvimos alguno de estos
especímenes en nuestro haber. Pero una igual habla y dice que no hay que hacer las
cosas que hizo mil veces, y que seguramente va a volver hacer.
En medio de tu descargo por la cagada más reciente que te
mandaste, una de tus amigas te dice:- “¡Boluda, elegís mal!”. En ése momento,
como te odias por haber sido tan boluda – otra vez – le das la razón. Pero unos
días después -varios días después, porque como son demasiadas las cosas que
tenés que digerir te lleva un tiempito que te caiga la ficha- recordás ese
comentario y si la tuvieras enfrente y con tanta liviandad te volviera a decir
que “elegís mal” la mandarías a la mierda. Porque la verdad es que una, por más
centrada que sea, no elige de quién se enamora. Si fuera tan simple, todas
elegiríamos hombres buenos, atentos, que nos quieran sólo a nosotras, que sean
compañeros, sanos y trabajadores. Porque ojo, ellos existen, pero una no los
elige. No por boluda, sino porque en esto del amor, la elección no es una
opción. Una no elige enamorarse de un energúmeno que nos termina lastimando,
simplemente pasa…
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